terça-feira, 19 de abril de 2011

Mafalda y Literatura

Mafalda grande se parece a Raquel, su mamá. Igualita. Idéntica. La misma molécula de agua. Su primera vez no fue con Felipe. Ni con Miguelito. Mafalda se acostó con Manolito, bruto, imbécil pero tremendamente carnal. Hicieron el amor, contra los estantes de tomate y sandía de Almacén Don Manolo. Mafalda no tuvo tiempo de pensar en Felipe. Fue un zarpazo, una ocasión desmedida y estimulante. Al otro día Mafalda sale a dictar el curso de DIH en la universidad, con su bolso de cuero y sus sandalias de meter el dedo. Nada de los zapatos cerrados y de charol negro que usaba de niña.
Mafalda ya no escucha The Beatles. Escucha Cold Play. Y su hermano menor, el Guille estudia música. Cambió el placer de comer la tierra de las macetas por la nicotina. Y Mafalda ya puede darse el gusto de no tomarse la sopa. Nunca, jamás. Tampoco entra a la cocina a menos que sea para comer. Mafalda no sabe cómo usar una plancha. Espera que toda la ropa del closet éste sucia para mandarla a lavar. El sábado, único día de la semana que dedica a los quehaceres domésticos. Vaciar ceniceros, abrir ventanas. Sacar botellas de licor y barrer el felpudo.

A veces Mafalda amanece con alguien, debe tomar la difícil decisión de permitirle salir a traer el desayuno o pasar el día con él. Probablemente escoja lo primero. O lo segundo, el tipo de cosas que haría Mafalda acompañada no consiste en leer ni en hablar sobre política ni de tratados de paz. Mafalda se divierte sobre la cama o viendo televisión. Hace el amor y no la guerra. Se entretiene acompañada o en soledad.

Disfruta su compañía y se regala pequeños placeres.
Va a la playa o a cine. Lee revistas de modas o literatura. Mafaldita aprendió que la vida no debe tomarse demasiado en serio, que nada es personal.
No sufre la paranoia de Susanita.
No consume Nervocalm pero toma red bull.
Mafalda comió libro toda su niñez. Toda su adolescencia. La mejor inversión de su vida.

Ahora lee por placer. Por amor, por deseo. Escoge los libros como a los hombres, con ojo clínico, agudeza visual y olfativa. Pero a veces se equivoca en el lomo o en el título. Más de una vez ha dejado un libro a la mitad. Y otras, lo ha cerrado en la primera línea. Hastiada. Asqueada. O feliz.


Karim Quiroga

Superhéroes animados

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